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Santa Biblia > Nuevo Testamento > 1 Corintios
El criterio de la prudencia. Ejemplo de Israel
1No quiero, hermanos, que olviden que nuestros antepasados estuvieron todos bajo aquella nube, y que todos atravesaron el Mar Rojo. 2De ese modo, todos ellos quedaron unidos a Moisés al ser bautizados en la nube y en el mar. 3Igualmente, todos ellos comieron el mismo alimento espiritual 4y tomaron la misma bebida espiritual. Porque bebían agua de la roca espiritual que los acompańaba en su viaje, la cual era Cristo. 5Sin embargo, la mayoría de ellos no agradó a Dios, y por eso sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.
6Todo esto sucedió como un ejemplo para nosotros, para que no deseemos lo malo, como ellos lo desearon. 7Por eso, no adoren ustedes ídolos, como algunos de ellos lo hicieron, según dice la Escritura: «La gente se sentó a comer y beber, y luego se levantó a divertirse.» 8No nos entreguemos a la prostitución, como lo hicieron algunos de ellos, por lo que en un solo día murieron veintitrés mil. 9Tampoco pongamos a prueba a Cristo, como algunos de ellos lo hicieron, por lo que murieron mordidos por las serpientes. 10Ni murmuren contra Dios, como algunos de ellos murmuraron, por lo que el ángel de la muerte los mató.
11Todo esto les sucedió a nuestros antepasados como un ejemplo para nosotros, y fue puesto en las Escrituras como una advertencia para los que vivimos en estos tiempos últimos. 12Así pues, el que cree estar firme, tenga cuidado de no caer. 13Ustedes no han pasado por ninguna prueba que no sea humanamente soportable. Y pueden ustedes confiar en Dios, que no los dejará sufrir pruebas más duras de lo que pueden soportar. Por el contrario, cuando llegue la prueba, Dios les dará también la manera de salir de ella, para que puedan soportarla.
La solidaridad que se establece en la comida ritual
14Por eso, mis queridos hermanos, huyan de la idolatría. 15Les hablo como a personas entendidas: juzguen ustedes mismos lo que les digo. 16Cuando bebemos de la copa bendita por la cual bendecimos a Dios, participamos en común de la sangre de Cristo; cuando comemos del pan que partimos, participamos en común del cuerpo de Cristo. 17Aunque somos muchos, todos comemos de un mismo pan, y por esto somos un solo cuerpo.
18Fíjense en el pueblo de Israel: los que comen de los animales ofrecidos en sacrificio, participan en común del servicio en el altar. 19Con esto no quiero decir que el ídolo tenga valor alguno, ni que la carne ofrecida al ídolo sea algo más que otra carne cualquiera. 20Lo que digo es que cuando los paganos ofrecen algo en sacrificio, se lo ofrecen a los demonios, y no a Dios, y yo no quiero que ustedes tengan nada en común con los demonios. 21No pueden beber de la copa del Seńor y, a la vez, de la copa de los demonios; ni pueden participar de la mesa del Seńor y, a la vez, de la mesa de los demonios.
22żO acaso queremos poner celoso al Seńor? żSomos acaso más fuertes que él?
El respeto a la conciencia del prójimo
23Se dice: «Uno es libre de hacer lo que quiera.» Es cierto, pero no todo conviene. Sí, uno es libre de hacer lo que quiera, pero no todo edifica la comunidad. 24No hay que buscar el bien de uno mismo, sino el bien de los demás.
25Coman ustedes de todo lo que se vende en la carnicería, sin preguntar nada por motivos de conciencia; 26porque el mundo entero, con todo lo que hay en él, es del Seńor.
27Si uno que no es creyente los invita a comer, y ustedes quieren ir, coman de todo lo que les sirvan, sin preguntar nada por motivos de conciencia. 28Ahora bien, si alguien les dice: «Esta carne fue ofrecida en sacrificio», entonces no la coman, en atención al que lo dijo y por motivos de conciencia. 29Estoy hablando de la conciencia del otro, no de la de ustedes.
Yo no debo hacer que mi libertad sea mal juzgada por la conciencia de otra persona. 30Si doy gracias a Dios por lo que como, no debo hacer que se hable mal de lo que para mí es motivo de dar gracias a Dios. 31En todo caso, lo mismo si comen, que si beben, que si hacen cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios. 32No den mal ejemplo a nadie; ni a los judíos, ni a los no judíos, ni a los que pertenecen a la iglesia de Dios. 33Yo, por mi parte, procuro agradar a todos en todo, sin buscar mi propio bien sino el de los demás, para que alcancen la salvación.
Texto bíblico: Dios habla hoy ®, Tercera edición © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1994.