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Santa Biblia > Antiguo Testamento > Salmos
Eternidad de Dios y fragilidad del hombre
(1a) Oración de Moisés, el hombre de Dios.
(1b) Seńor, tú has sido nuestro refugio
por todas las edades.
2
Desde antes que se formaran los montes
y que existieran la tierra y el mundo,
desde los tiempos antiguos
y hasta los tiempos postreros,
tú eres Dios.
3
Haces que el hombre vuelva al polvo
cuando dices: «Vuelvan al polvo, seres humanos.»
4
En verdad, mil ańos, para ti,
son como el día de ayer, que pasó.
ˇSon como unas cuantas horas de la noche!
5
Arrastras a los hombres con violencia,
cual si fueran sólo un sueńo;
6
son como la hierba, que brota y florece a la mańana,
pero a la tarde se marchita y muere.
7
En verdad, tu furor nos consume,
ˇnos deja confundidos!
8
Nuestros pecados y maldades
quedan expuestos ante ti.
9
En verdad, toda nuestra vida
termina a causa de tu enojo;
nuestros ańos se van como un suspiro.
10
Setenta son los ańos que vivimos;
los más fuertes llegan hasta ochenta;
pero el orgullo de vivir tanto
sólo trae molestias y trabajo.
ˇLos ańos pronto pasan, lo mismo que nosotros!
11
żQuién conoce la violencia de tu enojo?
żQuién conoce tu furor?
12
Enséńanos a contar bien nuestros días,
para que nuestra mente alcance sabiduría.
13
ˇSeńor, vuélvete a nosotros!
żCuánto más tardarás?
ˇTen compasión de estos siervos tuyos!
14
Llénanos de tu amor al comenzar el día,
y alegres cantaremos toda nuestra vida.
15
Danos tantos ańos de alegría
como los ańos de aflicción que hemos tenido.
16
ˇHaz que tus siervos y sus descendientes
puedan ver tus obras y tu gloria!
17
Que la bondad del Seńor, nuestro Dios,
esté sobre nosotros.
ˇAfirma, Seńor, nuestro trabajo!
ˇAfirma, sí, nuestro trabajo!
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